Noticias Jurídicas

20/07/2015

Pamplona no pagará por un botellazo en San Fermín

  • ‘Moralmente no tiene precio lo que me han hecho’, asegura José Carlos Arranz
  • Pérdida de masa cerebral, dificultades en el habla, epilepsia… son algunas de las secuelas

¿Cuánto cree que recibiría de indemnización si, fruto de un botellazo, perdiera parte de su cerebro, el habla, la capacidad de aprender cosas nuevas, motricidad en el brazo derecho, desarrollara epilepsia…? Y la lista sigue para José Carlos Arranz, desgraciadamente sigue aún más.

Para el lanzador de la botella, Koldo Sánchez, el único coste que va a tener es el de una condena de tres años. Mientras continúe insolvente, como se ha declarado, no tendrá que pagarle un solo euro a la víctima.

Para el Ayuntamiento de Pamplona, donde tuvieron lugar los hechos durante las fiestas de San Fermín de 2010, tampoco tendrá ningún coste a pesar de que tres jueces diferentes lo designaron responsable civil subsidiario de lo que finalmente se resolviera.

El Tribunal Supremo ha tumbado ahora esa decisión y ha dejado a José Carlos con una posibilidad retributiva irrisoria: el sistema público de ayudas. Acogiéndose a esta fórmula, que es la que le recomienda el órgano judicial en la sentencia a la que ha tenido acceso este periódico, Arranz no sólo no recibirá dinero, sino que lo perderá.

“Desde que empezó todo esto calculo que he gastado unos 50.000 euros. El fisioterapeuta semanal, que me ayuda en la recuperación motriz. El logopeda, que me ha recuperado el habla aunque siga con problemas y ya me sea imposible mejorar. Los viajes a Pamplona para los juicios. El abogado que me defiende… Y mi factura nunca acabará, porque tendré que seguir yendo a rehabilitación durante toda mi vida para simplemente poder seguir comunicándome o utilizar mi brazo derecho”, explica Arranz.

En el caso de que se le diagnosticara una incapacidad permanente parcial, el sistema público de ayudas tasa su indemnización en 25.332 euros. Si es total, 37.998, y, en el mejor de los casos, si se la declarasen absoluta, sería de 56.997. En un primer peritaje, la defensa del madrileño pedía 351.000 euros al agresor, Koldo Sánchez.

Para anular la responsabilidad civil subsidiaria, el Supremo se ha basado en un bando emitido por el ayuntamiento antes de que tuvieran lugar los enfrentamientos entre la Policía y los radicales abertzales. Para las fiestas de San Fermín de 2010, y en previsión de que pudieran sucederse incidentes como los que tuvieron lugar, el consistorio emitió un edicto prohibiendo depositar vidrios en el suelo bajo responsabilidad del que lo hiciera.

“Quienes cometieron la infracción fueron quienes arrojaron las botellas al suelo, al infringir el bando municipal. No se puede culpabilizar al Ayuntamiento porque es algo imposible de controlar”, explica el Supremo en la sentencia.

Botella contra la Policía

Uno de esos objetos, en concreto una botella de cava, fue recogido por Koldo Sánchez alrededor de las 11.37 de la mañana del día del chupinazo de 2010 y arrojado contra la Policía, que previamente había realizado una carga para retirar símbolos políticos de la plaza. Tras recorrer 27 metros, impactó en la cabeza de uno de los asistentes a las populares fiestas y que nada tenía que ver con el enfrentamiento: José Carlos Arranz.

“Soy una persona positiva, pero puedo decir sin complejos que han cambiado mi vida y nunca recuperaré todo lo que me han quitado”, denuncia el madrileño. “Ya no es sólo el tema del dinero, es cerrar una etapa y acostumbrarme a mi nueva vida, porque con todos estos gastos nuevos me cuesta llegar a fin de mes”, explica.

“Antes hacía escalada, ahora sólo puedo pasear por la montaña. Solía cantar y tocar la guitarra, y apenas puedo ya rasgar las cuerdas. Disfrutaba yendo a trabajar en bici, pero ahora todo se ha acabado”, cuenta sobre cómo le ha cambiado la vida.

Arranz es profesor de biología en el colegio Natividad de Nuestra Señora de Madrid, aunque estuvo un año y tres meses sin trabajar: “pedí el alta voluntaria porque si pasaban unos meses más me darían la permanente por invalidez. Una pensión y una vida más cómoda, sí, pero yo no he luchado toda mi vida por conseguir mi sueño de ser docente para eso. Cuando me quedé sin habla me preocupé muchísimo por mi trabajo, pero uno tiene que ser valiente cuando tiene una pasión”, explica. Aunque es consciente de sus limitaciones: “sé que esto puede suscitar críticas de padres o alumnos, pero mi respuesta es trabajar el triple en casa para suplir mis nuevas carencias”.

También en lo personal su vida se ha visto afectada por esta nueva situación. Aunque se casó con su mujer después de la agresión, asegura que la medicación por la epilepsia que ha desarrollado le limita mucho: “Tengo cambios de humor por las pastillas y, por ejemplo, si estoy cenando con ella en un restaurante y se me cae el cubierto por mi falta de motricidad, me frustro mucho y me quiero ir a casa”.

Y no sólo con ella, sino también con sus amigos ha tenido que cambiar sus costumbres: “nunca he sido muy fiestero, pero ya ni siquiera puedo ir a tomarme unas cañas. Llega un momento en que me siento mal y me voy a casa. No pude ni brindar en mi boda con mi mujer”.

Han pasado cinco años desde que tuvieron lugar los hechos pero a José Carlos le ha parecido mucho más. “Al final tengo la sensación de que pasan unos sanfermínes más, que el Ayuntamiento cambia pero se olvida de mi problema, que el agresor ya no va a pagarme nada… Todo sigue adelante menos mi vida, que es lo que han destrozado. Solamente pierdo yo”.

“Moralmente no tiene precio lo que me han hecho y, si tiene alguno económico, que no sea yo el que tenga que pagarlo. A mí ya me han quitado bastante”, denuncia.

 Fuente: Pamplona no pagará por un botellazo en San Fermín

Foto del avatar  Hispacolex

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *