Por qué los jueces y fiscales no encajan en los despachos
Los bufetes han aumentado los fichajes de miembros de las carreras judicial y fiscal en los últimos años. Pero la adaptación de muchos de estos profesionales ha fracasado y están abandonando las firmas.
En el último lustro, muchos perfiles jurídicos provenientes de la judicatura, la fiscalía o la Administración de Justicia han dejado su trabajo de servicio público para optar por ejercer la abogacía de negocios en prestigiosos bufetes. Sus salidas de importantes juzgados, como la Audiencia Nacional o el Tribunal Supremo, o de relevantes puestos ministeriales, se hizo a bombo y platillo, con repercusiones en la prensa, y con el beneplácito de las firmas, encantadas de captar a estos notables perfiles en sus filas. Sin embargo, muchos de estos profesionales han abandonado ya estos bufetes por la puerta de atrás, casi sin hacer ruido y con la sensación de no haber encajado en la empresa privada, o han optado por cambiar de despacho o abrir el suyo propio, ante las presiones internas recibidas.
Son los casos de los magistrados del Supremo Enrique Bacigalupo –que ha dejado DLA rumbo a Olswang– o el juez de lo mercantil Enrique Sanjuán –que ha regresado a la judicatura tras abandonar en marzo de 2012 la firma Martínez-Echevarría, Pérez & Ferrero– o la fiscal de la Audiencia Nacional Susana Landeras, que dejó Goméz-Acebo para volver a la Fiscalía. También ha sucedido con otros jueces como David Velázquez, que un año después de dejar la judicatura y fichar por PwC, se marchó a Cuatrecasas, o el secretario general técnico del Ministerio de Justicia, Santiago Hurtado, que no permaneció demasiado tiempo en Broseta Abogados tras salir de la Administración, incorporándose luego a Deloitte Abogados.
Algunos cazatalentos y expertos en selección consultados coinciden en que “la adaptación de estos perfiles en los bufetes no es nada fácil, sobre todo de los jueces. Primero, cuando quieren salir de sus juzgados para entrar en despachos, siempre aspiran a unas condiciones laborales muy elevadas, como ser socio de cuota –con el alto beneficio económico que ello implica–, pero luego no generan el negocio suficiente para colmar las expectativas que ha puesto la firma en su contratación”. Además, apuntan las mismas fuentes, “no siempre se adaptan a trabajar en equipo o a tener que reportar a un director de departamento o un socio director”.
Miguel Ángel Pérez, socio de Pérez+Partners, explica que “hace años los perfiles exclusivamente técnicos, como el de alguien que proviene de la judicatura, tenían cabida en los partnerships. La competencia en desarrollo de negocio podía ser suplida por otro socio y el equilibrio era posible”. Sin embargo, afirma este consultor, en este momento “ser letrado en la abogacía de negocios es complejo y exigente: hay que ser buen técnico, saber atraer clientes y gestionar personas. El cambio de la judicatura a la abogacía es muy complicado si hay que cumplir con los requisitos y objetivos desde el primer momento”.
La mayor motivación para el cambio suele ser económica, pero no es la única. “Sufrimos un agotamiento del entusiasmo por la politización del CGPJ y la escasez de medios, lo que te va erosionando y si alguien te hace una oferta económica, la aceptas”, explica Blas González, socio de Cuatrecasas, Gonçalves Pereira y juez de lo Mercantil en excedencia. González apunta que “hay una diferencia sustancial de los jueces con otros profesionales como fiscales y abogados delEstado. El juez no está acostumbrado a defender a ninguna de las partes, sino que dicta la ley”. La experiencia de este ex magistrado es que “hay que ser muy elástico y aprender el oficio de abogado, sabiendo manejar las exigencias de los clientes”. Así, añade que “el juez pasa de tener una responsabilidad institucional y estatal, al compromiso con el cliente, que pone su vida y su empresa en tus manos”.
Otras incorporaciones que si funcionan: abogados del Estado y catedráticos de universidad
A diferencia de otras profesiones relacionadas con el Poder Judicial o la Administración de Justicia, los abogados del Estado se han adaptado tradicionalmente mucho mejor a los despachos de abogados. Incluso hay bufetes, como Ramón y Cajal, con un gran número de provenientes de la Abogacía del Estado. Otros despachos han apostado por contar con catedráticos de universidad en sus filas, pues estos encajan perfectamente dentro de la abogacía, como por ejemplo, Estanislao Arana (catedrático de Administrativo) incorporado hace años a Garrigues, Mariano Yzquierdo (catedrático de Civil) que forma parte como consultor de CMS Albiñana & Suárez de Lezo o Miguel Olmedo (catedrático de Penal) y Antonio Orti (catedrático de Civil), incorporados recientemente a la firma HispaColex Servicios Jurídicos.
1 comentario
Magnífico artículo !!!
El ejercicio de la abogacía es la vida real, como la mayoría de las profesiones, los jueces y fiscales están en “su mundo” que choca con la mundana existencia del resto de los mortales.